jueves, 19 de abril de 2012

LOLA ÁLVAREZ BRAVO

Lola Álvarez Bravo es la primera mujer fotógrafa profesional reconocida por México. Primera esposa del famoso fotógrafo Manuel Álvarez Bravo, se inició en este nuevo arte del siglo XX “por contagio”, como ella misma declara. Vamos a saber más de ella…



Nació en Jalisco casi con el siglo, en 1907, en el seno de una familia adinerada. Cuando muere su padre, ella (con 13 años) y su hermano pasan a ser cuidados por unos familiares. Se cría en un colegio de monjas y con apenas 20 años la gran ciudad, el DF, se abre ante sus ojos. También el amor. Se casa con Manuel Álvarez Bravo, a quien conocía desde la infancia, en 1925 y se van a vivir a Oaxaca. Es por él que decide cambiar su apellido. Su nombre era Dolores Martínez de Anda, pero conservó el de su marido, aún después de separarse. Y es por él también que se acerca a la fotografía, espiando, observando, aprendiendo en silencio, porque, según ella misma cuenta, él no le ponía las cosas fáciles: “Yo le decía: ‘déjame’, y él: ‘no, tú muévete’; pero ‘siquiera déjame revelar lo mío’, le insistía yo, y él: ‘no, tú muévete, muévete’.”
 Lola quería otra cosa que lo que le estaba destinado como mujer, en aquel México de los años 20: “Cuando yo era niña me enseñaban a servir el té, a hacer pasteles y platillos franceses que, de tan decorados, se volvían infames y nadie quería probar. Nada de eso me gustaba. Se suponía que yo debía saber cosas porque era señorita, pero a mí me parecían denigrantes. También querían que aprendiera a tocar el piano. Yo sabía lo que iba a pasar: en las fiestas tendría que tocar para que los demás brincaran. Entonces dije que no. Dije que en todo caso yo también quería brincar.”

Como en tantas historias, la casualidad, la oportunidad y el deseo se confabularon para poner la primera cámara fotográfica propia en sus manos: en 1930, Tina Modotti, amiga de Manuel, fue deportada. Necesitaba dinero con urgencia y Manuel y ella le compraron dos de sus cámaras fotográficas; una, la Graflex, fue desde entonces completamente suya. Poco después, en 1931, Manuel cayó gravemente enfermo; Lola debió sacar adelante el trabajo que él hacía en la revista Mexican Folkways. Así pudo completar su formación y dedicarse a la fotografía como oficio para siempre.

 
(Compilación de fotografías de Lola Álvarez Bravo)


 
 Cuando en 1934 se separa de Manuel, deja a su hijo al cuidado de su suegra y se va a vivir con María Izquierdo (quien también se acaba de separar). El escándalo no se dejó esperar… Cuenta Lola: “Las mujeres que trabajábamos y lográbamos hacer algo, y que nos respetaran dentro de nuestro trabajo y por nuestro esfuerzo, éramos muy pocas. No porque se necesitara mucho valor para hacerlo, pues no había persecución contra las mujeres, aunque sí causábamos un poco de escándalo; sino porque lo

A mediados de los años 30, logró cierta estabilidad como fotógrafa de la revista El maestro rural, una publicación de la Secretaría de Educación Pública. Lola retrató  la vida rural, recorriendo el país y con uan mirada propia. En 1936, le llegó su primer encargo importante: la documentación de una obra de sillería colonial que había sido parte del coro de una iglesia, pero en ese momento formaba parte de un salón de la Escuela Nacional Preparatoria. Ese antecedente le valió ser también convocada por revistas ilustradas y por el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura y le permitió realizar fotografías de temas tan variados como creativos.

“Busco la esencia de los seres y de las cosas, su espíritu, su realidad. El interés, la experiencia propia, el compromiso ético y estético forman el tercer ojo del fotógrafo. Hay quien lo enfoca hacia el paisaje, yo me siento atraída por los seres humanos.” Su trabajo siempre estuvo signado por una toma de decisiones éticas. Moverse, crecer y desarrollarse en el mismo mundo que su ex marido no fue tarea fácil para ella. La fotografía también era un mundo de hombres en el que ella supo hacerse un espacio propio a fuerza de viajar, mirar, pensar y decidir: “Hay una confusión muy generalizada con este tipo de fotos en que dicen que se dedica uno a ser tercermundista o a regodearse con la miseria. Yo pretendo trabajarla de una manera que no resulte hiriente, pero también para señalar un estado de cosas. En todo caso, la fotografía de la miseria ha de servir para despertar buenas y malas conciencias, por lo tanto no debe permitir la fácil conmiseración ni tampoco la simple simpatía.”


En los años 50 cuando regresa de un viaje de trabajo en Acapulco (y del cual es producto el Tríptico de los martirios) crea un espacio, la Galería de Arte Contemporáneo, el cual le ofrece a su amiga Frida Khalo para realizar la primera exposición individual de su obra, en 1953.

Convertida en la fotográfa de un México que iba desapareciendo ante su cámara, en 1961 y a causa de un infarto, sus actividades fueron mermando: “No tengo mayores pretensiones artísticas, pero si algo resulta útil de mi fotografía, será en el sentido de ser una crónica de mi país, de mi tiempo, de mi gente, de cómo ha ido cambiando México, en mis fotos hay cosas de México que ya no se ven más… Si tuve la suerte de encontrar y plasmar esas imágenes, pueden servir más adelante como un testimonio de cómo ha ido pasando y transformándose la vida; imágenes que me llegaron muy hondo, como electricidad, y me hicieron apretar la cámara.”

Murió, en 1993, a los 90 años, ya reconocida como artista y como maestra de fotógrafas.


Les dejamos un pequeño video realizado por el CONACULTA para una exposición de la artista que tuvo lugar este año, reseñan un poco el sentir y vivir de esta fenomenal fotografa mexicana.


Algunos links de interés:
  • Lola Álvarez Bravo en Galería Juan Martín
  • Lola Álvarez Bravo y la fotografía de una época
  • "La fotografía, un placer interno". Conversación con Manuel Fernández Perera.